domingo, 1 de julio de 2012

PENSANDO EN LA PATRIA GRANDE


DIEZ DÉCIMAS DE SALUDO AL PUEBLO ARGENTINO



Allá en mi pago hay un pueblo
Que se llama no-me-olvides;
Quien lo conozca que cuide
Su recuerdo como gema,
Porque hay olvidos que queman
Y hay memorias que engrandecen,
Cosas que no lo parecen,
Como el témpano flotante,
Por debajo son gigantes
Sumergidos, que estremecen.
 

Mi pueblo es un mar sereno 
Bajo un cielo de tormenta:
Laten en su vida lenta
Los estrépitos del trueno.
Puede engendrar en su seno
Las montoneras de otrora
Y cuando llegue la hora,
Mañana, también podrá
Sembrar a su voluntad
Mil estrellas en la aurora.

No hay cosa más sin apuro 
Que un pueblo haciendo la historia.
No lo seduce la gloria
Ni se imagina el futuro.
Marcha con paso seguro,
Calculando cada paso
Y lo que parece atraso
Suele transformarse pronto
En cosas que para el tonto
Son causa de su fracaso.

Mi pueblo no es argentino,
Ni paraguayo, ni austral;
Se llama "pueblo oriental"
Por razón de su destino.
Pero recorre el camino
De sus hermanos amados,
El de tantos humillados,
El de América morena,
La sangre de cuyas venas
También late en su costado.

Mi pueblo no estuvo ausente
Ni mucho menos de espaldas
A la trágica y amarga
Historia del continente.
Fuimos un balcón al frente
De un inquilinato en ruinas
-el de América latina
Frustrada en malos amores-,
Cultivando algunas flores
Entre brasil y argentina.

Pero mucho no duraron
Las flores en el balcón,
El rosquero y su ambición,
Imprudente, las cortaron.
Y fueron las mismas manos
Que arruinaron el vergel,
Las que acabaron con él,
Las que hoy muestran, codiciosas,
En vez de ramos de rosas
Unas flores de papel.
 

No falta el bobalicón
Nostálgico del jardín,
Pero entre todos el ruin
Es el que trajo al ladrón;
Ese no tiene perdón:
Si protegen sus ganancias,
La decencia y la ignorancia
Del pueblo, son sus amores;
No encuentra causas mejores
Para comprarse otra estancia.

Ese sí, no es oriental,
Ni gringo, ni brasilero;
Su pasión es el dinero
Porque es multinacional.
Mentiroso universal
Desde que vino Hernandarias,
Piensa en sus cuentas bancarias
Ponderando a los poetas
Que hacen con torpes recetas
Canciones estrafalarias.

Así pues, no habrá camino
Que no recorramos juntos.
Tratamos el mismo asunto
Orientales y argentinos,
Ecuatorianos, fueguinos,
Venezolanos, cuzqueños;
Blancos, negros y trigueños
Forjados en el trabajo,
Nacimos de un mismo gajo
Del árbol de nuestros sueños.

Y ahora reciban, señores,
Un saludo fraternal;
Dice mi pueblo oriental:
Ya vendrán tiempos mejores.
Cifra de nuestros amores
Poncho patria es el espanto
De mi pueblo y sus quebrantos
No les puedo conversar,
Solo les quise entregar
Su corazón con mi canto.

¡Gracias don ALFREDO ZITARROSA!



¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

PARA EL PAPI
 
Hoy 1º de julio, el papi cumpliría 88 años si no le hubiera dado por apurar el último trago pegándole al palo de los 82 allá por el 2006. Era un tipo especial que andaba por la vida con las alforjas cargadas de historias en una mezcla estrafalaria de héroes de la mitología griega, yasí yateré y el pombero con los rosa cruces de México, del mismo modo que hacía convivir una gárgola con un enano de jardín y el pato Donald en el mismo espacio sobre pisos que seguían los mandatos de la estética de Gaudí.
Nos construyó un caballo de Troya y nos leyó la colección completa de Monteiro Lobato. Seguro que no sabía que nos estaba abriendo la más grande de las puertas por donde entraríamos a la fortaleza que nos sustentaría en las buenas y en las malas de los años por venir.
La convicción libertaria que lo animó se azotaba los cuernos contra los muros de la desconsiderada realidad cotidiana pero nos marcó a fuego y, tal vez, por eso nunca tuvimos dudas acerca de donde estamos parados por lo que somos y no por lo que tenemos.
Pocas cosas lo indignaban más que la injusticia y se acordaba con frecuencia de Sarmiento porque, como al prócer, también a él una mentira lo indigestaba más que un pepino. Por suerte podía recurrir a la fantasía de un vuelo mayestático que lo elevaba por encima de sus propias miserias y por sobre la canalla que hace miserable la vida de la gente de buena leche.
Amaba los domingos y el chamamé. Cuando entrabas a su patio te recibían el aroma de las glicinas y la cadencia de la acordeona de don Isaco, de Cocomarola o del viejo Tarragó. Pero Horacio Guarany era su preferido quizá porque el “potro” cantaba en versos las verdades que él, a menudo,  decía en prosa.
El papi era un gran tipo, como decía Antonio Machado, “más que un hombre  al uso que sabe su doctrina fue en el buen sentido de la palabra, bueno”,