SONETO
Escucho a Dios en la callada umbría. Lo veo en el milagro de la hoja. Está en mi savia y en mi sangre roja y en el vino y el pan de cada día.
El es la estrella que mi paso guía y las raíces que la acequia moja y la tarde que de oro se despoja. Y el grillo y su violín monotonía.
Tiene manos de tronco retorcido. Sus ojos miran con el sol que quema y en el viento transmite su mensaje.
Como los hombres lo han escarnecido siendo Dios inventó una estratagema y se ocultó por siempre en el paisaje.
ARTURO DAVALOS (Argentina, 1918 – 1960)
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